Título:
Conejo
Autor: Abelardo
Castillo
Año de Publicación: 1961
Editorial: Seix Barral
Hoy me voy a dedicar a reseñar el texto Conejo, de Abelardo Castillo. La primera vez que leí Conejo fue gracias al profesor de Prácticas del lenguaje, en una de esas clases que dedicábamos enteras a leer uno o dos cuentos que ni traía y después discutir sobre ellos, allá por el 2018 o 2019. No fue el único cuento de Abelardo Castillo que leímos con él; en esos tiempos al momento de que el profesor se ponga a leer en voz alta el relato, el salón entero se paralizaba para seguir atenta y entusiasmadamente los cuentos, y después pasar a hablar sobre su significado, sus características y si nos gustaba o no.
Este relato
relativamente breve se desarrolla a través del diálogo, mas bien un monólogo,
de un niño con su conejo; todo el texto se desarrolla desde la voz del niño que
se dirige a un conejo de trapo regalado por su madre. El niño, del cual su
nombre se desconoce, es el personaje principal de la obra, junto al
destinatario de todo su mensaje, si podemos contarlo como personaje, el conejo
de trapo que el niño ve como un gran amigo. Los hechos ocurren en Argentina,
probablemente en Buenos Aires, y se puede suponer que se ubica en los años 1960
aproximadamente. El relato se basa en el desahogo de un niño con su conejo de
peluche, al cual le habla durante todo el relato de sus frustraciones, sus
disgustos y también del amor que tiene por él; apartándose del revuelo que hay
en su casa por la partida de su madre, que aparentemente se fue por una
enfermedad y no volvería en unos meses. Mientras muchos miembros de la familia
se encuentran en la casa, mimando y
queriendo consolar y consentir al muchacho, él conversa con su muñeco
acerca de sus sentimientos respecto a la partida de su madre y sobre otras
frustraciones que padece, como las burlas de los niños del barrio;
progresivamente las emociones se hacen más intensas y surge la violencia y la
ira.
Desde la
primera vez que la leí, la obra me gustó y me pareció muy interesante, pasé un
buen tiempo leyendo su breve contenido. Me atrae mucho la manera que tiene la
obra de lograr hacerte entender al personaje y ponerse en su carne, mediante
aquel diálogo con el conejo en el que usa expresiones e ideas propias de un
niño que le dan a la obra ese marcado realismo y permiten sentir más al
personaje. A mí me sucede que logro empatizar con aquel niño, que se encuentra
en esa situación de una tormenta de sentimientos que quiere desahogar con su
conejo, en quien encuentra un refugio, este niño que bien podría se yo, que se
encuentra en una situación de conflicto entre sus padres que lo afecta a él y
que puede identificar a muchísimos niños, algo tan común como un problema entre
la mamá y el papá, que según las circunstancias a veces dañan a los hijos, como
en este caso. Esa empatía que logra hacerme sentir el cuento me gusta y creo
que es un gran logro que tiene como cuento de género realista. Me gusta también
la progresividad y el cambio en los sentimientos del niño a medida que avanza
el relato, la intensidad con la que se presentan aquellos sentimientos que
parecen reprimidos, la ira, la frustración, la tristeza, la inseguridad. Me
gusta el uso poco común de la segunda persona para desarrollar el relato, que
permite un acercamiento más íntimo al protagonista sin necesidad de ser una
primera persona, que sigue siendo su voz y su manera de contar las cosas. Por
último, destaco la brevedad del relato y la manera en que se narra, que me
parece que logra resumir perfectamente lo que quiere expresar, sin que sobre ni
falte texto; el relato deja espacio a deducir cosas sin que necesariamente sean
explícitas, pero a la vez no deja inconclusas las partes importantes,
simplemente deja la duda necesaria.
Recomiendo
esta obra para cualquiera que tenga cinco minutos libres y quiera consumir una
obra de realismo en su máxima expresión. Es muy concisa y fácil de comprender
para cualquiera, utiliza lenguaje sencillo, claramente, porque toma la voz de
un niño, con la forma de hablar de un niño. No puedo hablar por otros, pero
para mí la obra se sintió como una experiencia, algo que me provocó
sentimientos, que me hizo ponerme en la carne del protagonista y espero que
pueda pasarle a cualquiera que lea esta obra. Ese aspecto me parece importante
y es por lo que la recomiendo, porque hace del texto una experiencia, algo que
también puede identificar a ciertas personas y que le puede o pudo pasar a
cualquiera.
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